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Ciclo de cine alemán S XXI-11

En esta nueva edición de nuestro ciclo de cine actual de los países de lengua alemana, la undécima, damos continuidad al propósito expresado el año pasado de ofrecer un panorama algo más amplio de esta cinematografía. Por ello, entre los largometrajes programados encontramos de nuevo una película dirigida especialmente a un público juvenil, Hördur (2015), e igual que el año pasado tenemos una muestra de un género cada vez más relevante en la cinematografía alemana, el cine documental, aquí representado por Peak (2011).

Inaugura el ciclo una película situada en los años finales de la República de Weimar, El concilio de los pájaros (Zerrumpelt Herz, 2014) de Timm Kröger. Sirviéndose de un sutil juego de referencias internas y externas, su joven director nos ofrece en su ópera prima una sugerente actualización de algunos de los principales motivos del romanticismo alemán: el bosque y la música, el genio creador frente a la naturaleza, el misterio y la belleza, la nostalgia de lo absoluto y el deseo carnal. Nos hallamos ante una obra elíptica, más lírica que narrativa, valiente y en su apuesta por forma muy personal de entender el cine y que, también en su concepción formal, es todo un homenaje a ese movimiento cultural y estético.

De signo completamente diferente es el debut cinematográfico de Marc Brummund, Refugio (Freistatt, 2015). Esta película, basada en acontecimientos y lugares reales, nos confronta con una realidad ignorada y ocultada durante muchos años: el clima de violencia, abusos y explotación en el que se desarrolló durante los años 60 y 70 la vida de miles de adolescentes internados en centros de menores en Alemania. Rodada en los desolados y hermosos páramos donde se ubican el pueblo y la institución que dan nombre a la película, Freistatt, el filme cautiva al espectador por la magistral fotografía de Judith Kaufmann y, sobre todo, por ofrecernos un matizado retrato de los personajes más allá de su papel de víctimas o verdugos, a lo que contribuyen unas excelentes interpretaciones entre las que destaca la de Louis Hofmann en el papel del joven protagonista, Wolfgang.

En un lugar muy distinto, un club hípico, debe cumplir las horas de trabajo para la comunidad a las que ha sido condenada Aylin, la joven turca de 17 años que protagoniza Hördur - Entre diferentes mundos (Hördur-Zwischen den Welten, 2015), el primer largometraje de Ekrem Ergün. La película, dirigida sobre todo aunque no exclusivamente a un público juvenil, elude los riesgos que implica el tratamiento de un tema bastante trillado, el aislamiento y los problemas de integración de los inmigrantes en Alemania, gracias a la convicción y sensibilidad con la que se nos muestra el camino que recorre la protagonista en busca de su lugar en el mundo, en el que cobra especial relevancia su relación con el caballo islandés que da nombre al filme.

El documental Peak (Peak- Über allen Gipfeln, 2011) nos sitúa en un espacio y aborda un problema que nos resultan muy cercanos: los valles de montaña y la expansión del turismo invernal, con su implacable transformación del paisaje y las condiciones de vida de sus habitantes. Su director, Hannes Lang, nacido en el Tirol italiano, no pretende imponer un punto de vista a los espectadores y fía toda la fuerza expresiva y capacidad crítica de su película al montaje de unas imágenes tan espectaculares como, a menudo, inquietantes. De ahí también su renuncia a la voz en off: solo algunas breves intervenciones de los habitantes de los pueblos o de los trabajadores de las estaciones de esquí interrumpen los sonidos y el silencio de los valles alpinos.

Cierra el ciclo un impactante thriller protagonizado por la joven actriz española Laia Costa, Victoria (Victoria, 2015) de Sebastian Schipper. Se trata de un auténtico tour de force cinematográfico, pues nos ofrece en un único plano-secuencia de más de dos horas de duración el trepidante recorrido de una joven española por la noche berlinesa. Lejos de quedarse en un mero ejercicio de estilo para cinéfilos, esta arriesgada apuesta supera todas las expectativas gracias a su inmediatez y frescura, a su sentido del ritmo, al magistral trabajo de los actores y a su elaborada dramaturgia, pese a las escasas doce páginas del guion que sirvió de base al filme. Además, Victoria logra atrapar al espectador no solo por lo que ve, sino también porque se ve incitado a imaginar cómo ha sido posible rodar todo lo que se desarrolla ante sus ojos. La audacia del proyecto se vio recompensada por una entusiasta recepción por parte de la crítica, logrando, además, numerosos premios, como los tres galardones logrados en la Berlinale de 2015y los seis premios Lola, los prestigiosos premios que concede la Academia de Cine Alemana, de ese mismo año. Entre todos ellos cabe destacar el Oso de Plata y el premio Lola otorgados a Sturla Brandth Grøvlen por la fotografía, así como el Lola a la mejor actriz protagonista obtenido por Laia Costa.

Daniel F. Hübner